Escrito por Helena Rüegg
Roberto Alvarez – Colortango
Conocí a Roberto Alvarez en mi primer viaje a Buenos Aires en marzo 1992. Había viajado al otro lado del mundo para buscar nuevos caminos y descubrir cómo podía seguir adelante.
Pronto el estudio de grabación de Roberto se convirtió en mi nuevo hogar. Iba casi todos los días a escuchar unensayo de Colortango, a ver trabajar a Roberto grabar a los/las cantantes y los conjuntos de tango o a discutir con él sobre el mundo tomando un mate.
Su oído siempre atento y su inmenso corazón me ayudaron a encontrar mi nuevo camino.
Y cuando, después de una larga búsqueda, finalmente encontré un bandoneón que me gustó, Roberto vino desde su estudio hasta la Casa América para probarlo y aconsejarme.
Zurich 1999
Siguieron años de experiencias compartidas, durante los cuales siempre podía pedirle consejo en muchísimas ocasiones: durante una clase en el Conservatorio de Rotterdam, en uno de sus conciertos, como en 1999 en el Festival de Tango de Zurich cuando Colortango y el conjunto de Rodolfo Mederos vinieron a comer en mi casa – y por supuesto en su querido estudio de grabación de Buenos Aires.
Siempre lamentaré no haber aceptado su oferta de tocar en Colortango, por demasiado respeto a él y al legado del Maestro Osvaldo Pugliese con grandísimo temor de no estar a la altura.
Pero fue un feliz golpe de suerte y me siento bendecida por haber podido visitarlo en mi último viaje a Buenos Aires en diciembre de 2022. Fue mi mejor regalo de Navidad haber podido pasar unos momentos maravillosos con Roberto y Pilo en esa tarde del 23 de diciembre y abrazar a Roberto por última vez.
El bandoneón que Roberto eligió conmigo hace mas de 30 años lo llamo Betto – en homenaje a él. Cada vez que lo toco, pensaré en Roberto, en su gran humanidad y en su maravillosa forma de tocar su fueye. En su música, Roberto sigue viviendo en mí y en todos nosotros.
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